martes, 2 de junio de 2015

El año de prueba del populismo

Todas las elecciones son importantes pero las del pasado 24 de mayo han sido cruciales, porque llevamos los cuatro o cinco años más negros de la historia reciente en casos de corrupción política. Nos han robado miles y miles de millones de euros que están ahora en cuentas suizas y bolsillos indignos. Nos han mentido y se han escudado para ello en una herencia de la que llevan tirando toda una legislatura. Podrían seguir haciéndolo durante otras dos. Ya no se trata de razones, sino de eslóganes y marketing. Los partidos, hasta ahora, no explican, sólo lanzan mensajes cuidadosamente estudiados y redactados por expertos vendedores de ideas. Cuando el PP redactó su programa electoral en 2011 sabía perfectamente la herencia que recibía pero, admitámoslo, nadie gana las elecciones diciendo que va a aumentar los impuestos, quitar derechos, recortar en educación y sanidad, congelar salarios. Lo grave es que, después de haberlo sufrido en nuestras carnes, sigamos confiando en quien nos engañó y sigamos apoyando a quien robó, o permitió el robo.

¿Tenían que haber sido lo suficientemente honestos y decentes como para admitir que había que tomar duras medidas de ajuste? ¿O en España hay que mentir para gobernar?

Los defensores del actual gobierno dicen que era necesario hacer todo esto, que estábamos en una situación de bancarrota y había que recortar. En efecto. A una persona poco ducha en economía, es decir, la mayoría de los españoles, se lo puedes contar de forma simplista y se lo creerá. Lo importante, sin embargo, son los detalles. Claro que hay que recortar, pero ¿dónde y cómo? ¿Se ha recortado a las asignaciones a partidos políticos? ¿En las prebendas y lujos de las instituciones del Estado, como Congreso y Senado, y de los cargos políticos en general? ¿En los sueldos de asesores, en las tarjetas opacas, en las ayudas a bancos? ¿En los gastos institucionales? ¿En empresas y organismos públicos que se solapan? ¿En parlamentarios nacionales y autonómicos que lo único que hacen es calentar una silla y apretar un botón ya que sólo pueden hacer, decir y votar lo que dice el presidente de su partido?

No. En cambio se ha recortado drásticamente (racionalizar gasto, le llaman) en colegios, becas de estudio, hospitales, intervenciones quirúrgicas, pruebas diagnósticas, fármacos, material sanitario, dependencia, apoyo a la cultura. Se ha recortado drásticamente en proyectos de investigación, que son la mayor apuesta de un país por la competitividad y la cualificación profesional. Se ha recortado en ayuda al desarrollo. Y se les ha aumentado los impuestos a los españolitos que pagan impuestos, perdonando, en cambio, a los que no los pagan (amnistía fiscal, regularización o como quiera llamarse). A éstos últimos se les hizo una rebajita del 85% con tal de que pagasen el 15% restante. Qué casualidad que entre los beneficiados estuviera el señor Rato. Nunca nos hubiésemos enterado, pero el control de la información nunca es completo. Dentro de unos años quizá nos enteremos de otros nombres de la lista de anmistiados. No creo que haya sorpresas, pero ya se lo habrán gastado.

Hemos visto asombrados el dinero tirado en cursos de formación de cartón piedra cuyo único objetivo era justificar una subvención, y ¿se ha hecho algo para evitarlo? Nada en absoluto.

Dijeron: “Evitamos el rescate y una pérdida de soberanía”. Lo único que perdimos es la oportunidad de que las autoridades europeas obligaran a este gobierno podrido a reformar de verdad, a cortar sus ataduras con el poder empresarial y clientelar. Portugal o Irlanda, países rescatados por la Troika, crecen actualmente al mismo ritmo que nosotros, pero no están endeudados en casi el 100% de su PIB. ¿Ha explicado el gobierno actual cómo piensa pagar esa deuda jamás vista? ¿Eran éstos los que decían, refiriéndose a Zapatero, que no se podía gastar lo que no se tenía?

Hay algo peor aún: la indiferencia, el pasotismo y la ignorancia. Que nos roben y engañen, y todo ello lo hagan mientras estamos sentados sin hacer nada. Estos, los que siguen sentados y miran impasibles, son los que no votan por decisión (disculpemos, si acaso, a los que no lo hacen por despiste), lo hacen en blanco, o siguen votando a los mismos sin ningún criterio más que el de la costumbre o el de la pertenencia (casi gerenacional) a un color. Eso o que se siguen creyendo lo del sacrificio necesario y las palmaditas en el hombro. El esquema bicolor (como la propia bandera) viene de siglos atrás. Las dos Españas. Un esquema que nos mantiene en el atraso y que reproduce una dinámica de toma y daca estéril, en la que siempre ganan los mismos, alternativamente.

En la mayoría de países existe esta división de derechas e izquierdas. No es extraño, pero se mueven en otros códigos de ética pública. Hay una cierta decencia, seas de izquierdas o de derechas. Decencia que se ha perdido en nuestro país, y sin consecuencias, es decir, impunemente. Roban y mienten los de un lado y los de otro. Prevarican, benefician a intereses privados, practican el amiguismo y no se premia al buen profesional sino al amigo, al pariente, o al que paga la mordida. Es el triste destino de un país aún muy inculto, nos guste o no.

Mucha gente en este país vive en la hinopia. No se informa o se informa con medios tradicionales muy manipulados. La televisión pública, sin ir más lejos, es una televisión pro-gubernamental, con un cuadro directivo de informativos dirigido desde Moncloa. Los que gobiernan lo saben e invierten esfuerzos, tiempo y dinero en controlar estos medios. Por eso, entre otras cosas, han castigado a la cultura (tradicionalmente de izquierdas en nuestro país, yo diría obscenamente de izquierdas) a una subida de IVA desconocida en Occidente, y condenando a muchos negocios culturales, a muchos artistas, al cierre o al abandono de su actividad. En cambio se premian actividades de entretenimiento como el fútbol o el porno, esta última con un 4% de IVA, el superreducido, es decir, con un apoyo fiscal decidido y vergonzoso. No sé cómo se compagina esto con una postura “de derechas”. Se premia en definitiva, a cualquier actividad que no induzca a pensar ni a cuestionar. Se prefiere un pueblo que vea Sálvame cada tarde, vaya al fútbol o a los toros, y lea poco o nada. Papá Estado ya se encarga de todo. Hasta de pensar.

Pero en definitiva, ¿tienen la culpa los millones de electores que carecen de las ganas, la energía, la información, la cultura, o incluso el tiempo de analizar todas estas cuestiones y elegir sabiamente a un representante político? Tienen su parte de culpa pero no toda. Son también víctimas.

Así que las opciones actuales vienen a ser: votar al PP tapándose la nariz y por lo tanto diciendo amén implícitamente a toda la golfería que se alimenta de esas “manzanas podridas”, y al vergonzante programa de recortes en servicios sociales, y al continuismo en la política de control del mercado (que siempre beneficia a los mismos), y a la desastrosa política energética que castiga a todas las renovables y beneficia a las grandes petroleras, etc., etc., o votar al PSOE y reeditar casi con seguridad todos los errores de la época de Zapatero que nos llevó al desastre financiero, o votar a Podemos y marcas afines, que, por lo datos que tenemos, es una apuesta por el bolivarismo que ha llevado a Venezuela al colapso y a la corrupción generalizada, o votar a partidos reformistas como Ciudadanos o UPyD que por el momento demuestran ganas de cambio sensato, tolerancia cero con la corrupción, y gente nueva fuera de los círculos de poder, las puertas giratorias, las familias de siempre y que incluyen en sus propios partidos medidas que pueden garantizar que las palabras no se las llevará el viento.