domingo, 15 de abril de 2012

Por qué soy monárquico, hasta hoy

Sigue el debate sin fin entre monarquía y república en España. Lo que no sé si saben los republicanos españoles, al menos una parte, es que la mayoría de los monárquicos no tenemos nada contra la república y sí contra la apropiación de ésta por parte de la izquierda política. O sea, que parece que si eres republicano en España tienes que ir con todo el pack, y ser anarcosindicalista o, como mínimo, de Izquierda Unida. Las experiencias republicanas en España, aunque tuvieron aspectos positivos, resultaron en general un desastre, precisamente por la radicalización política. Pero la república, en teoría, es lo más lógico. Mucho más que la monarquía, que es un préstamo del pasado político, pero en España la monarquía, es decir, la familia Borbón, ha hecho un buen servicio al país por ser una instancia separada del juego político, un árbitro culto y preparado a salvo del ciego bipartidismo y de las eternas dos Españas. Los Borbones se han preparado desde pequeños para ser lo que son, y no lo han hecho mal, hasta ahora. Desde que el rey Juan Carlos se rompió la cadera en Botsuana en una cacería de elefantes, yo ya no soy más juancarlista, porque me parece un desubicado. Este hombre está mayor. ¿A quién se le ocurre en el peor mes de crisis irse a un país africano a practicar un deporte de rico excéntrico y encima cargándose a precio de oro a animales en grave peligro de extinción? Máxime cuando tiene a un yerno acusado de corrupción y aún están frescas sus declaraciones un tanto paternalistas sobre su preocupación por la falta de trabajo de los jóvenes y la difícil situación del país. Denota escasa sensibilidad. Seguramente habría podido ser un viaje más de los muchos que hace a lo largo del año, de los que no se enteran más que la Casa del Rey, el gobierno y los cuerpos de seguridad. Pero hete aquí que, como es lógico al poco tiempo de una operación de rodilla que le ha tenido con muletas varios meses, su majestad se rompe la cadera, y tiene que destaparse todo el incómodo pastel. No está el horno para estos bollos. El nieto Froilán juega a su tierna edad con escopetas de caza y se agujerea el pie y al abuelo hay que traerle desde Botsuana porque a su edad se pone a jugar a los safaris. Y la abuela en Grecia en la Pascua ortodoxa. Menos mal que nos queda Felipe. La llegada de una república es probable que se materialice antes o después. Estas cosas sólo aceleran el proceso. Si la izquierda deja de apropiarse del republicanismo, quizá nos podamos encontrar en ese territorio.