domingo, 24 de octubre de 2010

Asoma el invierno

Ya duelen las manos cuando vas en bicicleta por la noche. El paso de las estaciones me fascina como les pasó a todos mis antepasados, especialmente a los más lejanos, cuyo único espectáculo era la naturaleza... el mejor que existe. El sol baja y se asoma de soslayo por entre los edificios, y las calles quedan en sombra, y la piedra de los muros no volverá a calentarse hasta bien entrada la primavera que viene. Los días son visitantes tímidos que están deseando marcharse apenas han llegado.

Yo sigo aquí, como cada año que cumplo, y ya son 41, joven más mayorcito que antes, preguntándome por las grandes cuestiones de mi vida y avanzando lentamente en esa consciencia personal, que a pesar de todo, avanza, aunque parezca que no, o que, incluso, retrocede.