viernes, 18 de mayo de 2012

Crisis de la crisis

Empiezo a estar un poco cansado del asunto de la crisis. Los informativos nos machacan con toneladas de información económica consistente en datos, normalmente válidos durante 24 horas, que lejos de darnos una visión de conjunto enmarañan aún más el negro panorama. También nos alarman y nos hacen pensar que nos dirigimos hacia un desastre, una catástrofe, algo que hará tambalear nuestras vidas.
Cada vez más tiendo a pensar que todo esto no es más que el teatro mediático, esa obra que interpretamos todos bajo la dirección artística de los medios de comunicación y que de muchas maneras es irreal porque no trata tanto de lo importante sino de lo que nos quieren hacer pensar que es lo importante. Incluso nosotros mismos terminamos pensando de esa manera.


No. Lo importante siempre fueron los valores que sostienen nuestras vidas, nuestros actos! Y sobre todo, las personas. Esos valores cuya ausencia ha causado la dichosa crisis, que no está siendo cosa distinta de robo, codicia, corrupción y deshumanización. El sistema económico sigue siendo el mismo de siempre, pero ahora resulta que no funciona. No. Nunca funcionó. Ha llegado el momento en que no cabe más porquería bajo la alfombra: pobreza, marginación, injusticias y abusos por todo el mundo mientras una minoría mundial se dedicaba a vivir bien a costa de los demás. No, la globalización que significaba fabricar barato para vender caro ha terminado por dar la vuelta a la tortilla. Ahora todos competimos. Sí, la tan cacareada competitividad, que empieza a sonarme un poco hueca. Desde siempre se nos educó en una "sana" competitividad que consistía en hacer las cosas lo mejor posible, en la excelencia en el trabajo, el esfuerzo. Pero cada vez más, se está convirtiendo en una carrera de codazos, en la que el último no cuenta, es un paria, un vago, un desecho. Competimos en un sálvese quien pueda, en un gano para que tú pierdas. No me convence. Entiendo que la misma vida tiene algo de competición natural y la misma naturaleza es cruel. Pero esto quizá es una fase que hemos de superar loa seres humanos, y dejar de competir tanto y colaborar más. No entiendo porqué tenemos que ir por la vida en fila india, primeros, segundos y así sucesivamente, en lugar de ir agrupados. No es que crea en la igualdad absoluta pero sí creo en la comunidad.

Parece ser que estamos en un círculo vicioso destructivo. Antes todos teníamos o tenían mucho dinero, y ahora nadie tiene nada, ni siquiera los bancos que es donde se supone que está. ¿Qué ha pasado? ¿Dónde ha ido a parar en tan poco tiempo? No se entiende. No terminan de explicarlo. Desde luego que algo no funciona en el sistema económico que en lugar de tender a la estabilidad, tiende justo a lo contrario y cíclicamente se colapsa. Eso sí, se colapsa para una mayoría pobre, y los de siempre siguen nadando en la abundancia; es más, en estas crisis algunos hacen su agosto y aumentan aún más si cabe su riqueza.


Yo, en mi ignorancia, identifico algunas dinámicas que no me cuadran. No me cuadra que obligatoriamente tengamos que tener nuestro dinero en un banco, que hace con el lo que le place sin control. No me cuadra que la clase política siga actuando como lo hace impunemente con las herramientas de información de que disponemos y que encima sigan saliendo elegidos. No me cuadra que la gente no reaccione ante lo que sucede y sigan actuando como si nada ocurriese. Sinceramente creo que es un problema de formación, de educación, de responsabilidad personal. Mientras los valores que difunden los medios y que se respiren socialmente sean el beneficio económico sin más y a precio de valores de todo tipo, la cosa pinta mal.


Sigo pensando que la pérdida de valores cristianos está detrás de todo esto. Al final, nuestra conciencia se ha quedado huérfana. Sí, no digo que los cristianos sean los únicos valores válidos, pero sí digo que son los de referencia, se acepte o no. Somos hijos de una civilización cristiana que predica el amor y la dignidad de todo hombre por igual, y de ahí nacen los derechos universales y todo aquello de lo que "presume" la civilización occidental. Ahora queremos renegar de nuestros orígenes y estamos haciendo añicos la misma barca en la que navegamos moralmente hablando.


Hay una corriente social dominante que se alimenta ideológicamente de falsedades y de ideas cínicas. Se retuercen los conceptos hasta darles la vuelta, y se hace parecer lo negro blanco y lo blanco negro. Hablo del aborto, sí, pero de otras muchas cosas. Hablo del derribo lento pero continuo de la libertad de pensamiento, y sobre todo del de la Iglesia Católica, que por lo visto molesta porque no coincide con los nuevos contravalores.


Por qué no hablar, por ejemplo, del acoso a Monseñor Pla, por decir en una homilía que la vivencia de la homosexualidad que predican los colectivos LGTB puede acabar para muchos en un infierno y que hay otra forma de vivirla. Por decir eso le demandan e intentan expulsarle de Alcalá de Henares. Es decir, no se puede criticar la forma de vida de algunos homosexuales que reducen su vida poco más o menos a cuántos tíos se follan a la semana, y que se sienten orgullosos de esa forma de vida que empieza y acaba en su aspecto genital. ¿Cómo tolerar que haya personas que decidan no aceptar como definitivas e inmutables sus tendencias homosexuales y opten por vivirlas como un desorden de su personalidad que se puede modificar? Ah, no. Eso, por lo visto, es incitar al odio y la discriminación contra los homosexuales. Y se quedan tan anchos, y la gente les aplaude, sin haberse parado a pensar ni dos minutos la verdad y la base de tales afirmaciones.

Lo que quizá falta, y ahí falla la iglesia, es recordar que lo mismo se podría decir de los heterosexuales que se dedican a ir a clubs de alterne. El mismo infierno es ése que el de los clubes de hombres.

Se piensa, quizá, que la Iglesia es muy cansina con el tema sexual. Parece una fijación. Suscribo. Mucho más graves son otros comportamientos que brillan por su ausencia en las homilías y son igual o más inmorales que irse de putas o de putos.