miércoles, 6 de julio de 2011

Y la cabra se fue al monte

No es que me deje llevar por el pesimismo, pero ha sucedido lo previsible. Estaba apuntado a todos los grupos de Facebook y blogs habidos y por haber sobre el 15M y Democracia Real Ya, sobre todo los de Valladolid. Como no tengo paciencia ni tiempo para asistir a sus largas asambleas, al menos así podía contribuir con ideas, estar enterado de los avances, ver materiales que circulan, y saber de las convocatorias. Pero mi muro de Facebook se estaba llenando de iniciativas y más iniciativas de extrema izquierda y de chorradas. Ya no se hablaba de la ley electoral, de la transparencia, de concienciar a la sociedad española del uso de su voto y su dinero de una manera consciente, responsable y organizada, sino de amenazas de Anonymous en vídeos con una estética que recuerda un poco a los de las txapelas contra los maltratadores de animales, llamadas contra la Iglesia Católica, paradas "pacíficas" de desahucios, y, en fin, personajes de catadura muy poco tolerante que, como aquéllos a los que critican, se creen en posesión de la verdad. Y me harté. Me da pena decirlo y me entristece comprobar cómo el mundo vuelve a girar como siempre.

En aquellos primeros días que siguieron al 15 de mayo de 2011, se vio una luz fugaz y tenue, una posibilidad de cambio. La gente se ilusionó. Pero los que decidieron tomar las riendas, o algunos de ellos (que son de los que hablo aquí, claro, es decir, de los de Valladolid) decidieron imprimir al movimiento sus ideologías de izquierdas. Y ya no era aquello que se decía en el primer manifiesto: "Somos ciudadanos, unos de izquierdas, otros de derechas, otros apolíticos..." Los de derechas y los apolíticos habían hecho mutis por el foro, y se quedaron sólo los rojillos, con su uniforme y su programa de Izquierda Unida.

Y no, éstos tampoco nos representan. Al menos a mí no, que ya estoy harto de esta realidad política tan limitada. Lo que nos ilusionaba era otra cosa. Era la unión y la colaboración.