sábado, 15 de noviembre de 2014

La deriva populista

Se habla mucho últimamente del pepinazo de Podemos en la política española. Un 8% de votantes en 4 meses de existencia no está mal. Aunque los cuatro meses han sido, en realidad, la cristalización visible de un proceso mucho más largo e importante que empezó un 15 de mayo.

Lo que se ha dado en llamar la "política antigua", o sea, el establishment, empezó ridiculizándoles, luego les puso a caer de un burro, por último metieron miedo y ahora están muy preocupados por la amenaza a su status quo, el de la partida de pingpong (esta legislatura yo, y dentro de dos tú).

A mi entender, siguen sin enterarse. Su modorra les impide ver más allá. El dinero da quehacer.

La prensa y los jueces nos están mostrando en cómodos fascículos diarios la enorme cantidad de recursos públicos que se han desviado a manos privadas ilegal e inmoralmente. A cualquier país con un poco de decencia y cultura se le caería la cara de vergüenza ante el panorama, pero la ciudadanía sigue enganchada en sus inútiles debates ideológicos y estúpidamente fiel a los mismos partidos que se reparten el pastel.

Podemos encarna la desesperación en la necesidad de cambio, de venganza y de justicia. Han demostrado un gran acierto: venderse como "los diferentes" gracias a una campaña de comunicación francamente buena. Realmente no necesitan programa. Sólo lo esencial para darle forma al proyecto, algo que suene bien, coherente con su imagen, y ya tienen algo seguro: las reivindicaciones de aquella Democracia Ya. Un nodo directo al corazón de la gente. Dicen lo que muchos quieren oír y además, con ese 8% de votantes y casi un 30% en intención de voto en las encuestas, demuestran que, efectivamente, pueden. La quimera hecha realidad. El ajuste de cuentas al alcance de los dedos.

En la Historia se pueden leer casos como el que nos ocupa. El más famoso, el del ascenso del Partido Nazi en una Alemania humillada, vale, creo yo, como paradigma de cómo utilizar la ilusión de la gente para llegar al poder en una situación desesperada. No es que Podemos sea el Partido Nazi, ni mucho menos, pero analizando el origen, la vida y las palabras de sus dirigentes, uno puede llegar a conclusiones que no dejan mucho lugar a la confianza. Basta con escuchar las alabanzas de Pablo Iglesias al régimen chavista en Venezuela o cualquier simple debate en televisión donde se intercambien razones basadas en hechos reales.

¿Quiere esto decir que la gran esperanza no es tal? ¿Que estamos como antes? ¿que tenemos que resignarnos a una década más de partida de pingpong? En absoluto.

Podemos es la punta de un iceberg, el de la nueva política.

Lo único que ha cambiado verdaderamente en este país es el acceso a Internet y a las redes sociales. El resto sigue como antes: la incultura, el incivismo, la corrupción, la corteza de miras, campan por sus respetos. Pero la información va llegando, gracias a Internet, hasta aquellos que se interesan por recibirla, y la información es poder. La falta de interés de la ciudadanía por quienes los dirigen ha terminado en una merienda de negros que nos ha sumido en una considerable pobreza. El último informe de Cáritas da escalofríos.

Gracias a la información más plural y menos controlada que circula por Internet, estas personas están recuperando un cierto interés y una nueva responsabilidad. Descubren que no son pobres porque son víctimas de los corruptos, sino por su propia ignorancia y su falta de responsabilidad en la participación política. Cada cual a su nivel y en distinta manera. Podemos es política online.

Seamos claros: los políticos son, como ha dicho tantas veces Pérez Reverte, reflejo de su sociedad, y en un régimen democrático como el nuestro, si alguien está en el poder es porque le han votado. A nadie le obligan con una pistola a votar a un determinado partido. Lo que pasa es que en un sistema de listas cerradas como el que padecemos, no llegan a lo más alto los más honrados, pongámoslo así. Así está montado el sistema de partidos español actual. Llegan los que más trepan, y de cualquier manera.

La asignatura pendiente en España, así pasen los años, no es sólo el I+D, ni el crecimiento, ni el paro, ni la corrupción. Es la educación, en todos sus aspectos. Si no educamos ciudadanos con una moral y una ética basada, al menos, en el civismo, no dejará de haber corrupción, maltrato, machismo, separatismos y desempleo. Lo que más urge es dar un vuelco absoluto al sistema educativo, y dedicarle la financiación que merece, o sea, toda la posible.

Me parece bien que Podemos, o quien sea, mueva los cimientos del establisment y obligue al país a una mayor implicación en la política. Hay partidos nuevos que están deseando hacer las cosas de otra manera. Démosles una oportunidad y ejerzamos nuestro derecho constitucional a detener la orgía de corrupción actual.

Por cierto, me hace mucha gracia cuando el Partido Popular y el PSOE hablan de la "máxima contundencia contra la corrupción" que, por lo visto, consiste en quitarles el carnet del partido. A veces me da la impresión de que creen que el público es idiota.